En aquellos tiempos…
En el principio Dios creó los cielos y la tierra. Luego en esa tierra puso hierba verde que diera semilla. Creó a los monstruos marinos y demás especies según su género, para crear finalmente al hombre a su imagen y semejanza. Varón y hembra los creó con libertad hasta que cayeron en pecado, se pusieron un traje gris y colgaron a sus cinturas un gafete como lastre… asà es como nació el GodÃn.
Y en su gran peregrinar, el GodÃn aprendió a convivir con sus pares aquejados de los mismos males; sabiéndose un alma en pena que deambula en el limbo entre el infierno del desempleo y el paraÃso de los semidioses, paraÃso al que aspira llegar: el edén de los jefes… ¡el cielo laboral!
Ese cielo donde el mal del puerco se disfruta a solas y a puerta cerrada. El oasis donde se tiene baño propio y no se escucha a Bedoya regurgitar mientras se lava los dientes. La santa gloria de no ser integrado a los chats de WhatsApp de la tanda que se convierten en semillero de memes y frases motivacionales trilladas. Esa cúpula celestial en la que dejas de ser un GodÃn y te conviertes en God—in! Una deidad de la oficina que, si desea crecer, sólo puede aspirar al calvario de emprender y reinar en su propio Godinato.
Y este libro te ayudará a tocar ese cielo laboral, pero antes, acompáñame a desentrañar el Godinazgo.
Si tienes esta biblia en tus manos existen altas probabilidades de que seas un GodÃn (asà es la versión en sustantivo de GodÃnez), que en este momento estés godineando (también es verbo) o que simplemente estés inmerso en un ambiente agodinado (¡y adjetivo también!); por lo que no es necesario que te explique lo que es ser GodÃnez pues seguramente lo transpiras a kilómetros. Si todavÃa dudas si eres o no, responde simplemente a las siguientes preguntas:
No te preocupes en contar tus respuestas. Si contestaste que sà al menos a una de estas preguntas ya eres un GodÃn hecho y derecho. Ahora bien, si contestaste que sà a más de una, tu grado de Godinez es directamente proporcional al número de afirmaciones y puede ser que estés infectado hasta la médula de esta condición.
Ahora bien, tal vez no eres GodÃn o crees que no perteneces a esta fauna, pero probablemente es que seas mexicano por lo que sobrarÃa describirte los usos y costumbres de dicha especie de oficina. Pero pensemos un poco en nuestros hermanos extranjeros y, cual Nancy la de recepción, démonos una embarradita con los GodÃnez y su origen social.
Si bien con ciencia cierta no hay un origen documentado de por qué en México un apellido se transformó en una etiqueta laboral, existen muchas teorÃas que intentan clarificar el nacimiento del Godinato, y todas recaen en la maravillosa cultura popular televisiva del Siglo XX.
La segunda mitad del siglo pasado coincide con el inicio de la televisión comercial en México, y este nuevo fenómeno masivo, a su vez con la transición mexicana de ser una economÃa industrial y agrÃcola, a una basada en servicios y productos de consumo; lo que hizo que se crearan muchos trabajos de oficina y se empezara a vivir una cultura más urbana.
Este fenómeno rápidamente acaparó la atención de los productores televisivos,